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Trescientos cuatro días en España

Este artículo cuenta la historia de Feli, una chica alemana. Ella siempre ha estado interesada en otras culturas y en vivir nuevas aventuras. Por eso, justo después de acabar el instituto en Alemania, se fue a España a vivir una experiencia que nunca va a olvidar en su vida: el Servicio Voluntario Europeo (SVE).


Los primeros 18 años de su vida vivió en un pueblo muy pequeño donde pasaba mucho tiempo en la naturaleza. Pero cuando llegó por primera vez a Madrid no se sintió abrumada por una ciudad demasiado grande donde se perdiera. Al contrario, según pasaban los meses allí se manejó muy bien y descubrió poco a poco los rincones emocionantes de la ciudad.

 

 Saliendo por los diferentes barrios cada vez estaba más y más encantada con sus colores y su ambiente.

 

Una de las mejores cosas era el estilo de vida de los españoles. 

 

Que siempre salen y disfrutan de las cosas buenas de la vida. Eso era algo que no conocía en su mundo pequeño del pueblo en Alemania.

 

Su proyecto del Servicio Voluntario Europeo comenzó en septiembre y tuvo lugar en el Centro Juvenil de Majadahonda. Allí fue profesora de inglés y alemán, impartiendo talleres de conversación a jóvenes de entre 12 y 18 años. No era la edad más sencilla para enseñar, pero tampoco era imposible. Sólo había que encontrar siempre nuevos métodos y actividades para animar a los jóvenes y mostrarles que no hay ninguna razón para tener vergüenza al hablar en otros idiomas.  

 

Además informó a los jóvenes sobre las acciones del programa europeo “Juventud en Acción”, como el SVE; intercambios culturales e iniciativas juveniles. Haciendo presentaciones para grupos más o menos grandes perdió un poco la vergüenza de hablar delante de mucha gente.

 

Porque los idiomas siempre le han encantado, no fue muy difícil aprender Español, algo que se podía comprobar muy bien en que ella nunca tuvo problemas en pedir la “cuarenta” en los bares. Incluso se atrevió con experiencias como participar en un concurso de tapas con muchas ganas, o pedir algo sin enterarse de lo que era antes de recibir guiso de oreja ibérica. 

 

Aunque vivió sin su familia por primera vez en su vida, y además en el extranjero, nunca se sintió sola gracias a tener una compañera de trabajo que al mismo tiempo era su compañera de piso, de clase y de muchas cosas más, y los compañeros más amables del mundo en su proyecto. 

 

En su tiempo libre descubrió Madrid y disfrutó del estilo de vida español, quedando con amigos españoles u otros voluntarios europeos para tomar unas cervecitas con tapas por la tarde (o al medio día).

 

También le gustó mucho viajar por España y los países de alrededor. Al igual que Madrid, ciudades como Granda, Valencia, Segovia y Toledo le impresionaron mucho. Otras grandes experiencias fueron conocer la cultura de Marruecos visitando Marrakech y conocer dos lugares preciosos en Portugal: Lisboa y Oporto. 

 

Muchos de sus pensamientos se centraban en qué iba a pasar después de los diez meses estupendos en España. Pasando tanto tiempo en un lugar tan lejano de su entorno conocido tuvo mucho tiempo para pensar y conocerse mejor a sí misma. Al final descubrió lo que quería hacer después, y aunque con tristeza tenía que abandonar su vida en España también tenía muchas ganas de empezar un nuevo período de su vida.


Felicitas Schulz
Julio 2013