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¿Por qué Dinamarca?

¿Por qué Dinamarca? Si se aterriza en este país para hacer el Voluntariado Europeo, ésta es la pregunta que más veces oirás. ¿Por qué Dinamarca y no Suecia, o Noruega, o Alemania? A los daneses les provoca verdadera curiosidad saber porqué la gente quiere venir a su tranquilo país, donde nada emocionante suele ocurrir.

Quizás sea porque son el país más feliz del mundo, gozan de un buen Estado del Bienestar, o simplemente, como fue en mi caso, porque quedaba lejos de casa, no sabía nada de él y probablemente no se me habría ocurrido visitarlo nunca.

Así que aquí llevo 6 meses de mi vida. Llegué a finales de agosto y hasta finales de mayo no acabo mi proyecto. Vivo en una especie de residencia con 10 voluntarios más, casi todos ellos alemanes. Al cabo de un tiempo terminas por entender nociones básicas del alemán antes que las del propio danés. El danés; fácil, lo que se dice fácil de aprender, se puede decir que no. Aprender a distinguir tres “o” diferentes, o usar partes de tu garganta que no habías utilizado antes para hablar, puede llegar a ser desesperante. Antes de marcharme hubo mucha gente que me dijo que no me molestase en aprender el idioma de allí, que con el inglés llegaba de sobra. Y es cierto que aquí todo el mundo entiende el inglés gracias a la televisión, pero también es cierto que si haces el esfuerzo de aprender a chapurrearlo, la gente con la que trabajas día a día lo valora, aunque tengas que repetir 2 veces lo que quieres decir.

Trabajo en una residencia para personas con discapacidad física principalmente. Y en qué consiste mi voluntariado. Básicamente en ayudar a las trabajadoras en la vida diaria de los usuarios. Es decir, levantarlos, asearlos, comer, ir de compras, jugar al bingo, pintar, dar un paseo, ir de vacaciones con ellos, ver la tele, y un poco lo que se les ocurra que les apetece hacer. Al principio es un poco duro entenderte con personas que han perdido el habla o que casi no se pueden comunicar, y más aún en una lengua que no dominas en absoluto. Aquí entra en juego la imaginación y tu capacidad de comunicarte con el cuerpo. Una de las primeras veces estuve con una mujer que no puede hablar y solo puede afirmar o negar con el dedo, y yo no sabía que era lo que le pasaba, así que empecé a señalar en mi cuerpo todas las partes imaginables para averiguar lo que le dolía. Al final la señora se acabó riendo de mí y con dolor de oídos, pero la satisfacción que me dio poder comunicarme con la señora fue enorme. Desde hace unos meses, ayudo todos los días a esa mujer en su vida diaria, y es muy gratificante ver como ya me puedo comunicar perfectamente con ella y ver que le soy útil.

A nivel personal, creo que es y será una de las mejores experiencias que viva. Aterrizar en un país totalmente opuesto al tuyo desde cero, y construir una nueva vida es algo que hasta que no lo vives no te puedes ni imaginar. He aprendido que lo que es normal para nosotros (tomar las uvas, cenar a las 9, darnos 2 besos,…) es algo inconcebible para el resto de Europa, y viceversa. Adaptarte a una nueva cultura no es fácil porque hay un momento en el que se piensa que estos daneses están locos y que qué bien se vive en España. Pero también es cierto que si consigues mezclar las dos culturas te enriquecerás un montón. Una de las cosas que más me impactó de Dinamarca es ver como los bebés esperan en sus carritos en la calle mientras sus padres toman un café o están comprando. Cuando les pregunté que por qué lo hacían me contestaron que era sano y que si en España no lo hacíamos, a lo que contesté que si dejamos al bebe en la calle seguramente cuando volvamos ya no esté, pero claro, ellos no tienen que preocuparse de que cojan a su bebé porque nadie aquí hace eso. Son cosas de su vida diaria que hasta que no llevas un tiempo viviendo no eres capaz de comprender, como no cerrar tu casa, dejar los zapatos en la puerta o comer ese pan negro que tanto les gusta.

¿Por qué Dinamarca? Porque andan en bici, son gente amable que siempre ayudan, porque les encanta España, aman su país y todo lo que contiene, son tradicionales pero a la vez muy abiertos de mente, por sus ciudades de cuento, por sus tardes de invierno alrededor de una taza de café y velas, porque son el país más feliz del mundo y eso se contagia si llegas hasta aquí.


Clara Tello

Marzo 2008